Tenía esa naturaleza erótica y salvaje.
Chic y femenina pero a la vez magnética y atractiva niña buena. Ese dualismo que tenía desprendía magnetismo y elegancia… La reina de la belleza irrefrenable, del atractivo mágico y del cuerpo deseado u anhelado por hombres y mujeres.
Mágica diosa de la feminidad y cúlmen de la sofisticación.
Ella lo tenía. Ella lo sabía. Ella se lo merecía.Era como una niña caprichosa que buscaba la inspiración en la fantasía y en el mundo onírico de lo que es real y lo que no.
Atraía lo bello y también lo que, sin ser bello, es bello.
Valía para eso y para más.
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